Junio del 2006Grageas de cine XVIII: a propósito de... Malena es un nombre de tango (España, 1994)
Por Manuel Márquez - 25 de Junio, 2006, 21:29, Categoría: Cine: Grageas de ...
CUANDO LO QUE CUENTA ES LO QUE SE CUENTA Malena es un nombre de tango resulta, consecuentemente, un excelente botón de muestra de lo que es el cine de Gerardo Herrero, y, pese a sus evidentes debilidades (un comienzo un tanto aturullado, o un elenco de secundarios con demasiada poca presencia –algo que empobrece enormemente las tramas secundarias-, por ejemplo), no se puede negar que es una película que ostenta, como virtud más destacada, la de que va creciendo a medida que se desarrolla su trama central, y que lo hace en la medida en que sus dos protagonistas –que, al igual que la película, empiezan ofreciendo un perfil bastante desvahído, lastrado en gran parte por un obvio problema de edad- también crecen tanto en la riqueza de matices de sus personajes como en la intensidad dramática de su trabajo, que termina alcanzando cotas bastante estimables, especialmente en el caso de una Marta Belaustegui que no necesita una sonrisa gélida ni una languidez desarmante para "merendarse", literalmente, a una poco más que correcta Ariadna Gil. En suma, una propuesta cuyo interés radica más en la trama que en la forma en que ésta se despliega en imágenes, y que, desde luego, atraerá fundamentalmente a todo aquel que se sienta atraído por los universos femeninos –excelente materia prima para un buena ensalada de celuloide- que urde Almudena Grandes. ¿Misóginos? Abstenerse, más bien.... A salto de mata V: habemus Estatut...
Por Manuel Márquez - 20 de Junio, 2006, 19:46, Categoría: A salto de mata
Me levanté ayer por la mañana, y no descubrí grietas en el suelo. Las paredes de los edificios ofrecían su estampa habitual, sin la presencia de ningún elemento que permitiera pensar en la existencia de algún problema estructural de orden interno que pudiera afectar a su estabilidad y verticalidad. Las calles estaban en su sitio; las farolas, los semáforos. Los coches circulaban con normalidad; las tiendas estaban abiertas; y, en el bar de la esquina, con su eficiencia y rapidez habituales, Toñi me ponía el cafelito y la tostada con aceite con la que me suelo regalar (casi) todas las mañanas de días laborables. En el trabajo, un día más, con sus cuitas, su dimes, diretes y eventualidades varias: ni mejor ni peor que otros días, otros lunes, simplemente igual en su diferencia, o diferente en su igualdad, coloquen ustedes, amigos lectores, el prisma donde más les plazca. Y, cuando volví a casa, los informativos de las grandes cadenas nacionales hablaban, unánime y obsesivamente (que ésa es harina de un costal al que habrá que dedicarle un tiempo y una reflexión en otro momento, quizá menos caluroso, en todos los sentidos), del tema que, naturalmente, más les/nos preocupaba: si "seríamos" capaces de dejar sentenciada la clasificación para los octavos de final del Mundial tras el partido de la noche frente a Túnez (que, finalmente, fue que sí...). Y es que, obviamente, España no se había roto. ¿Alguien lo dudaba? Pues eso... Varietés artísticas IV: clones Da Vinci
Por Manuel Márquez - 7 de Junio, 2006, 18:05, Categoría: Varietés artísticas
He recibido una muy sustanciosa oferta (cifrada en un cheque bancario con numerosos ceros tras su dígito mágico...) de una conocidísima editorial (cuyo nombre no puedo desvelar, por obvios motivos de confidencialidad) que, tras descubrir mis habilidades "escritureras" gracias a este blog, me ha pedido que les escriba, en un plazo no superior a tres meses (y con unas penalizaciones por retraso brutales –el tiempo apremia, y nunca se sabe cuánto van a durar fiebres de este tipo y calibre-), una novela de entre 500 y 600 páginas en cuya trama aparezcan, alternativa o acumulativamente (mejor esta segunda opción, por supuesto...), los templarios, Wall Street, Jesucristo, los mormones de Utah, la Sabana Santa, el Deustsche Bank (o, en su defecto, Endesa y Gas Natural, con un par de consejeros delegados albinos), María Magdalena, un par de lores (a ser posible, británicos, visten más...), los cátaros, los merovingios, un Grial (da igual si es santo o no, lo importante es que sea grial, eso sí...) y cualquier otra cosa que se me pueda ocurrir para despistar. Me advierten claramente que no me hacen esa oferta en base a la calidad de lo que escribo (incluso, me indican expresamente que mi estilo no pasa de ser "poco más que mediocre"), sino, lisa y llanamente, en base a la urgente necesidad que tienen de seguir colocando en las librerías más "clones Da Vinci", a la vista de que el mercado no da la más mínima muestra de agotamiento y sigue devorando con ímpetus irrefrenables todo aquello que se coloca en una balda y exhala el más mínimo aroma mistérico-conspiranoico. En fin... Como bien habrán podido imaginar, todo lo que les cuento en los párrafos anteriores es eso, un cuento, que, además, ni siquiera es chino; pero les puedo asegurar que si circunstancia idéntica o parecida llegara a producirse, tampoco me sorprendería en exceso: es tal el furor con el que el mercado editorial se ha arrojado al lanzamiento masivo e indiscriminado de productos de este corte, que tengo la vaga sospecha (obviamente, no voy a hacer comprobaciones exactas al respecto) de que si decidiera reservar el resto de mi "vida lectora" única y exclusivamente a la degustación de todos los títulos de ese tenor que se han publicado en el último año y medio, la misma se agotaría sin que me hubiera dado tiempo a deglutir ni un mínimo porcentaje de éstos, tal es su número y volumen (que ésa es otra cuestión: ¿nadie puede hacer "clones Da Vinci" de menos de 500 páginas...?). Y está claro que alimentar las calderas con suficiente combustible, requiere el esfuerzo de una cantidad tal de mano de obra, que no sé yo si con la nómina habitual de "operarios" se puede atender tan descomunal demanda. También está claro que el fenómeno no es nuevo (lo que, probablemente, sí resulte un elemento novedoso es el de sus dimensiones: signo de los tiempos, no más...) ni difícil de comprender: las lógicas de mercado pueden gustar más, pueden gustar menos, pero los mecanismos para su comprensión son de la complejidad del de un chupete. El tema está de moda, vende, y todo producto (o casi) cuyas señas de identidad lo acerquen a tal etiqueta, corre idéntica suerte: éxito inmediato, ventas masivas y beneficios garantizados. También saben todas las partes implicadas en el fenómeno que éste no será eterno: algún día acabará, llegarán otros temas, otras tendencias, otras modas, y la parafernalia místico-esotérica basada en teorías cuyas posibilidades de probanza histórica son tan elevadas como la trayectoria del Real Madrid en estos tres últimos años, cederá el paso a otro invento diferente. Mientras tanto, aguantaremos el chaparrón (no es difícil: la oferta editorial es tan amplia que la proliferación "davincesca", aun con toda su virulencia, es incapaz de agotar todas sus potencialidades), y esperaremos que esa oferta soñada, la de ahí arriba, termine aporreando nuestra puerta. ¿Y, entonces, el blog? Al blog, que le dén; yo, de mayor, quiero ser Dan Brown.... |
Calendario
ApúntateCategorías
Archivos
SindicaciónBlogceláneaBlogs de cineWebs de cine
![]() ![]() |