6 de Mayo, 2006A salto de mata I: catalanadas
Por Manuel Márquez - 6 de Mayo, 2006, 13:27, Categoría: A salto de mata
Y es que no puedo dejar de confesar mi tremenda admiración por la capacidad de los catalanes -en ese aspecto, pienso que la clase política no es más que un fiel reflejo de lo que es el carácter y la idiosincrasia del pueblo al que representan y dirigen- para, bajo cualquier circunstancia y ante cualquier avatar, soslayar lo accesorio, lo secundario, lo que entorpece, lo que estorba, y quedarse con la almendra de las cosas, entendiendo por tal aquello que, en algún modo, es más favorecedor y guarda más conformidad con sus intereses generales. ¿Quién se acuerda ya de las constantes baladronadas y salidas de tiesto de Carod Rovira? ¿Quién recuerda los pasos en falso de Maragall -ya sea con los cambios de gobierno, con sus posturas enfrentadas respecto a las de la dirección central de su partido, por no hablar de aquel legendario "tres per cent" del que nunca más se supo....-? ¿Quién alude a la "larga cambiada" de CiU, que empezó colocando chinitas en el zapato con una vocación descarriladora encomiable -y poco esperable, dados sus referentes históricos- para terminar en su sitio, es decir, en el abrazo monclovita entre Rodríguez Zapatero y Mas, que le ha terminado otorgando un protagonismo con el que nadie contaba a priori? Ser capaces de superar todo eso, cuando hay tantos y tantos que no lo son, debe tener premio, y, en este caso, creo que los catalanes lo van a tener: el Estatut que quieren, les conviene y les interesa. Ni más, ni menos. Me consta que esta opinión positiva, que no tengo empacho en denominar admiración (ya lo he hecho en el párrafo anterior, pero no me duelen prendas en reiterarme al respecto, amigos lectores), no tiene muy buena prensa en la opinión pública mayoritaria de determinados territorios (concretamente, éste en el que vivo -Andalucía- es uno de ellos; no el único, pero sí, quizá, uno de los más significados al respecto), donde está más extendida una visión crítica que tacha al pueblo catalán de excesivamente mercantilista, exclusivista y separatista. No estoy de acuerdo con ella: los exclusivismos y separatismos son posturas poco inteligentes (más aún hoy día, en un contexto de globalización galopante, en el cual las "arquitecturas territoriales de lo pequeño" tienen cada vez menos sentido), y como considero a los catalanes, en general, gente inteligente, me consta que andan bastante faltos de tales sentimientos. Sentimientos demasiado poco rentables, en todos los sentidos... |
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